Por Iair Feierstein, ex madrij y miembro de la Sub-Comisión de Padres
Construir una torre puede ser una tarea agotadora. Al comenzar con la misión, cientos de ladrillos desparramados por doquier invaden la escena. Uno levanta la vista y se encuentra con un panorama desolador: no hay nada. El orden no es justamente lo que prima y queda mucho por hacer, pero poco tiempo para llegar.
Pieza por pieza, parte por parte, la construcción empieza a tomar forma. Trabajar en equipo es la premisa fundamental a la hora de poner las cosas en su lugar. Cada uno aporta y pelea por llevar adelante la difícil tarea de construir una torre.
En Dorja comenzamos a construir nuestra propia torre hace 22 años. No teníamos nada más que la capacidad de nuestra gente y la voluntad de formar algo grande. Pasamos épocas en las que la torre sufrió las tormentas y algunas de sus partes se cayeron. Lejos de darnos por vencidos, pusimos manos a la obra y buscamos recomponerla.
Hace un año nos tocó vivir una de esas etapas de ladrillos flojos. Se respiraba un aire pesado y la tensión nos agobiaba. Los que nos calzamos la camiseta de Dorja hace ya muchos años supimos que el panorama apocalíptico que se pintaba en los pasillos pasaría pronto y vendrían tiempos mejores.
Y no nos equivocamos. En Marzo miramos nuestra torre y prometimos darle altura. Ocho meses después, estamos orgullosos de haber agregado cientos de ladrillos a esta historia que pasa de generación en generación. Nos sentamos a pensar qué era lo mejor para nuestra comunidad, ese sitio que tantas alegrías nos dio, y volvimos a construir con los valores que siempre nos representaron.
Cambiamos la imagen y gente nueva se acercó a cooperar en la obra. Sumamos una nueva Comisión Directiva que nos demostró día a día que el Departamento de Juventud es el motor de la comunidad. Armamos una Sub-Comisión de Padres que se propuso comprometerse y logró continuidad. Un majane de invierno repleto de chicos, un baile que explotó de gente y otras exitosas actividades especiales le agregaron ladrillos a nuestra torre. Coordinadores, madrijim y janijim, aquellos incondicionales de siempre que juntan piezas para la torre cada vez que pueden, pusieron su fuerza y su empuje para seguir adelante.
La minuciosa tarea de reconstruir recién empieza. Tenemos por delante el campamento de verano. Un viaje a la costa que cada vez que repetimos que vamos al mar, se nos pone la piel e gallina. Nos espera un fin de año cargado de actividades y de momentos de cierres. En este balance apresurado del 2008, miramos nuestra torre y nos frotamos los ojos. Es enorme, con bases fuertes y un color resplandeciente. Y vamos a seguir construyendo. Porque estamos seguros de que hay muchos más ladrillos para poner. Porque entre todos ya hicimos algo grande.
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